Es el saber que alguien se ha acordado de ti, que se ha tomado parte de su tiempo en intentar sorprenderte, el ver la cara de la gente cuando abren lo que tú le has regalado, el ir a casa de los familiares a dar y recibir los regalos, el tomar el tradicional roscón y ver a quien le toca el rey y a quien el haba,… Todo esto se multiplica exponencialmente cuando hay zagales de por medio, porque aunque ellos sean los que más viven este día, somos todos los que lo disfrutamos desde ese niño que fuimos y que aún llevamos dentro.
Como ocurre con el resto de la Navidad, el consumismo y el individualismo en el que vive esta sociedad hacen que el día de hoy no sea igual que antaño, pero mientras podamos debemos de mantener viva la llama de nuestras tradiciones, aunque sea el único legado que dejemos a generaciones futuras. Mientras haya “locos” que sigan montando belenes, cantando las pascuas, haciendo inocentadas, comiendo las doce uvas, representando el auto de Reyes Magos o regalando ilusión, el espíritu de nuestra navidad seguirá vivo por mucho que el avance de la sociedad o las influencias externas quieran “globalizarlo” todo.
Espero que hayáis sido buenos y que hayáis recibido y dado muchos regalos. Yo por lo menos no me puedo quejar.
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