Si bien el verano pasado, entre la quincena que estuve de “vacaciones” y el reparto en la Circular 7, tuve suerte y me libre de buena parte del calor sofocante del medio día en el trabajo. Este año no he tenido tanta, y después del mes de aperreo subiendo cabezos y sin sitio donde refugiarse para hacer un mal aviso, durante este mes no es que vaya a estar mucho mejor. Tampoco es que sea de las peores, al menos no tiene tribus de pies negros, pero tampoco tiene muchos sitios de refugio. Al menos estaré en el centro de todas las ferias de este mes.
Este año por las prisas e incompetencia de algunos, me he quedado sin repartir la Circular 7. Y a no ser que vaya expresamente, no volveré a pasar por la bajada de la antigua carretera de Águilas. Desde la ciudad costera era el final de un recorrido sinuoso por las montañas que separan ambos municipios, y el principio de una larguísima recta que acababa en el barrio de San Fernando. Este fragmento entre el alto de Purias y el centro de la pedanía lorquina es de esas zonas de carretera que mas me gustan. Arboles grandes y frondosos que dan sombra, donde en medio día el calor se hace más liviano pese a que las temperaturas y las chicharras indican lo contrario. Otro año será.
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