martes, 23 de noviembre de 2010

San Clemente

Aquí una pequeña explicación de lo que era y es ahora la festividad del patrón del Lorca.

LA CIUDAD PERDIDA

Una fiesta patronal que cambia con el tiempo
21.11.10 - 00:43 - ANTONIO SORIANO |
La festividad de San Clemente, patrono de Lorca, con el nuevo enfoque que se le ha dado en los últimos tiempos, en el que el Castillo se convierte en personaje secundario, obliga a echar la vista atrás e intentar recuperar la memoria. Todavía viven muchos lorquinos que recordarán esas romerías a la fortaleza el día 23, con la imagen de la Virgen de las Huertas a hombros, y su colocación al pie de la muralla del Espaldón, porque la ermita estaba en ruinas, para recibir la veneración de los lorquinos.

Luego, los romeros, con sus bolsas de alimentos y útiles para cocinar, se desparramaban por el interior de la alcazaba, en esa época bastante abandonada, formaban grupos familiares o de amigos, encendían sus hogueras y preparaban la comida de la jornada. A la caída de la tarde, recogida de bártulos y nueva comitiva para devolver a la Patrona hasta su santuario.

Esta forma de celebrar la fiesta de San Clemente quedó poco a poco en desuso hasta el punto de que llegó un momento en el que hasta faltaban portapasos para llevar a la Virgen. Y ese tipo de romería se acabó, y lo de subir al Castillo para recordar la efeméride de la conquista de Lorca por las tropas castellanas decayó irremisiblemente, hasta que, años después, con el aliento de algunos, se le dio a la fiesta el enfoque actual.

Un repaso a la historia lejana, de la mano del Padre Morote, permite recordar que, en esta fecha, la tradición habla de un durísimo combate en el que participó el entonces infante don Alfonso, más tarde rey con el sobrenombe de Sabio, y de las tretas utilizadas por los cristianos para hacerse con la fortaleza.

Vista del Castillo en foto de José Rodrígo de 1890, con la totrre del Espolón desmochada. :: A. M.

El profesor Torres Fontes, hace unos años, desilusionó a los que estaban convencidos de la veracidad de la leyenda porque, basándose en el itinerario murciano del infante Alfonso, en un documento suyo firmado en Lorca el 28 de junio de 1244 y en la coincidencia de que éste naciera el 23 de noviembre, planteó la imposibilidad de que se produjera el asalto a la ciudad en la fecha que fija la tradición, y ni siquiera que el tal asalto tuviera lugar. Todo indica que Lorca se ocupó por capitulación antes de noviembre, y es posible que la entrega oficial se dejara para San Clemente, por la especial devoción del infante a este santo.

El Concejo, en una fecha que no se ha podido concretar, pero que aparece en las Ordenanzas de 1713, tomó el acuerdo, en relación a este día, de «asistir con Pendón Real a la procesión, que va a la iglesia parroquial de San Clemente». Así que la devoción viene de tiempo inmemorial.

El investigador Muñoz Clares, en un trabajo publicado hace tiempo, recuerda que, por lo menos hubo dos momentos, aparte del mencionado al principio, en que la celebración de esta fiesta no estaba tan arraigada. Alude a noviembre de 1536 en que las actas del Concejo recogen que «se cumpla el voto, como siempre se ha hecho», pero que ir a la procesión en la fortaleza, «por estar muy lejos y todo caído y allí no van gentes y la devoción se pierde», mandó que la fiesta y procesión se hiciera en la colegial de San Patricio, que estaba más a mano.

El descuido o abandono de la iglesia de San Clemente debió subsanarse ya que en 1734 el templo estaba en condiciones de celebrar en su interior misas y acoger la festividad del titular. Ya no tenía feligresía, pero dos sacerdotes atendían los cultos. Muñoz Clares, en base a los restos, algún dibujo y lo que dice el padre Morote, describe la ermita como de una sola nave, formada por tres arcos y dos crujías y cubierta a dos aguas con artesonado de madera. En el altar mayor había una hornacina para el titular y a la derecha de la cabecera un camarín para la Virgen del Alcázar, patrona de la ciudad hasta el siglo XIX.

Un acuerdo del Concejo, de diciembre de 1742, destina un dinero al arreglo del camino de acceso al Castillo, que ahora está cortado, para que pudiera pasar la procesión; en 1773 se decidió bajar la imagen de San Clemente a San Patricio en rogativa para pedir que lloviera y algo similar ocurrió al año siguiente. El Ayuntamiento, por acuerdo de 18 de noviembre de 1895, decidió asistir «en Corporación a la solemne función que en la insigne parroquia mayor de San Patricio se celebrará el día 23 en honor de San Clemente y que se verifique la tradicional romería al castillo de la ciudad a donde será conducida en procesión, como en años anteriores, nuestra excelsa Patrona la Real de las Huertas».

Ruinas de la ermita de San Clemente. :: D. CÁNOVAS

Antes de este acuerdo se produjo otro momento en que declinó la fiesta, en el siglo XIX, entre otros motivos por la desaparición de la dignidad de colegiata para San Patricio y el decreto papal de mayo de 1867, que había dejado sin efecto la preceptiva celebración de San Clemente. El Ayuntamiento, en marzo de 1874, recogiendo las reacciones de los sectores conservadores de la ciudad, planteó al Obispo una protesta por la supresión de la fiesta, con la petición de que éste hiciera llegar al Papa el gran respeto de la ciudad por las tradiciones religiosas y la restituyera, cosa que hizo Pío IX, en un breve de julio del mismo año.

La fiesta, a finales del siglo XIX, volvió a celebrarse «con la pompa y esplendor que en años anteriores», como aparece en las actas capitulares. Y el último dato documental, de noviembre de 1945, recoge que «la reliquia de San Clemente, Patrón de Lorca, que se extravió durante el periodo rojo, ha sido recuperada y entregada al Sr. alcalde-presidente». El día 23 fue llevada en procesión a la ex colegiata de San Patricio.

El patrono de Lorca fue discípulo de San Pedro y llegó al papado en el siglo I. De él se conserva un carta dirigida a los Corintios. Fue perseguido y condenado a las minas de Crimea en donde murió en el año 101, al ser arrojado al Mar Negro atado a un ancla. Se le representa vestido de pontifical, llevando como atributos el ancla, símbolo de su martirio, el báculo pastoral terminado en doble o triple cruz y un libro o rollo por su conocida epístola. Dos representaciones de este santo hay en Lorca. Una, en la fachada de San Patricio, a la derecha del Ángel de la Fama. Otra en el altar mayor, en un cuadro de Camacho Felizes. El proyecto de Ortiz de la Jara en 1737, del nuevo edificio del Ayuntamiento incluía una escultura de San Clemente coronando la arcada central, pero fue sustituida finalmente por las alegorías de la Justicia y la Caridad.

Fuente: La Verdad

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