viernes, 14 de abril de 2017

Esther y Asuero, la salvación del pueblo hebreo

Ha sonado el despertador… o tal vez no ha sido necesario para levantarse rápidamente, pese a que las horas de sueño han sido escasas. Uno no sabe bien qué hora es, pero lo primero que hace es salir al balcón, mirar al cielo y respirar tranquilo, si está despejado… es Viernes Santo en Lorca y hoy tiene que salir la más grande, la Virgen de la Amargura.

Este año en este apartado dedicado al cortejo bíblico del Paso Blanco, Esther y Asuero.

Inspirado en el Capítulo II, Versículos del 7 al 23 del libro de Esther, muestra como Dios se sirve de los más débiles para llevar a cabo sus designios, aún a costa de la voluntad de los poderosos. El rey persa Asuero (históricamente se debe de corresponder con Jerjes I o su hijo Artajerjes), se desposó con la hebrea Esther desconociendo la pertenencia de ésta a una etnia sometida. Este grupo bíblico aparece en la procesión del Paso Blanco alrededor de los años 1895-1900, bajo la presidencia de D. Simón Mellado Benítez, hasta el año 1985 en el que dejó de procesionar. No sería hasta el año 2003, cuando este grupo volvería al cortejo bíblico del Paso Blanco, bajo la presidencia de D. Ramón Mateos Paredes.

Infantería Persa. Abre el grupo lo más florido de la de infantería imperial: verdugos, lanceros y arqueros. Tras ellos esclavos y eunucos darán a entender con sus trajes y plumeros la magnificencia del Imperio Persa.



Carros de Esther y Asuero. Desfilan en bigas triunfales a la par, Esther con manto verde y Asuero con manto carmesí, complementándose ambos para formar la escena del “desmayo de Esther”. Su actual representación fue estrenada en 2003.

Aconsejada por su tío Mardoqueo, Esther, tras varios días de ayuno y oración se vistió con sus mejores galas y camino hacia la cámara real. El castigo que recibiría aquella mujer que se atreviera a presentarse ante el rey sin ser llamada por éste sería la muerte. Esther, conociendo la ley, tuvo el valor de presentarse ante Asuero con el fin de salvar a su pueblo. Al ver al rey con los ojos encendidos que causaban terror, se desmayó. Este, apresurado y temeroso tocó con su cetro el cuello de Esther diciéndole “Todo lo que me pidas te daré, aunque sea la mitad de mi reino”. El rey que dominó las tierras del Este, las exóticas tierras que protagonizaron mas tarde las rutas de la seda y las fantasías de las mil y una noches, marcha junto a la mujer que con su belleza y como instrumento de Dios, supo llegar al corazón del tirano, anulando los decretos de exterminio, discriminación y xenofobia de los judíos, que alcanzaba incluso a ella. La heroína, arriesgando su propia vida, salvó a su pueblo. Esther es en la procesión, otra representación de la Virgen María.


Festín de Asuero. Cierra el grupo la caballería de los siete sabios consejeros de Asuero y su anterior esposa, la reina Vasti. Su actual representación fue estrenada en 2005.


Carsena, manto de color rojo. Símbolo de la sangre y la traición, representa a Bagatan y Tarés, los dos eunucos guardianes de la puerta real emboscados en la penumbra de los pasadizos de palacio, que no contentos con el trato del rey piensan en levantarse y asesinarlo. Al ser descubiertos fueron asesinados en el patíbulo.

Admata, en manto de color negro. En el aparece reflejada la lucha de dos titanes: el hombre y la religión. En negro, porque aunque existan tinieblas, el oro y la riqueza darán luz. El hombre, representado por un judío, lucha contra el toro alado, símbolo de la religión de Zoroastro. Ánforas que contienen licores y perfumes bordean el manto.

Tarsis, manto de color verde. Color de la esperanza, rodeado por un friso de ladrillo vidriado con capiteles persas y toros alados. Representa a Esther dando limosna a un mendigo compatriota. Los Santos Padres ya habían visto en Ester una prefiguración de la Santísima Virgen María, “auxilium christianorum”, que la Salve proclama “abogada nuestra”, así que Ester fue para los judíos lo que María para los cristianos.

Merés, manto de color amarillo. Símbolo de la luz del sol, lleva bordado en tonos morados a uno de los sátrapas fundadores del Imperio, en homenaje a Ciro creador del mismo. Sobre él, el Aura Mazda, símbolo de la religión Persa. Una serie de dioses cubren el entorno del manto.

Marsana, manto de color azul. Color frio y símbolo del abatimiento, representa a Aman que al conocer su sentencia, marchó abatido y se reunió con sus hijos para comunicárselo. Fersandata, Delfó, Esfata, Forata, Adalía, Aridata, Fermasta, Arisal, Aridai y Jezata, sus diez hijos ajusticiados también. La orla que bordea el manto simboliza la segunda parte del sueño de Mardoqueo; en el que una pequeña fuente se convierte en río. Esta fuente es Esther a quién el rey tomó por esposa y escogió por reina.

Vasti, manto color fucsia. Color que representa la lascivia y la lujuria, Vasti aparece saliendo del baño cubierta por velos transparentes y muy segura de si misma. Las mariposas que forman la cenefa, vienen a significar la belleza y la volubilidad de la voluntad humana. Ante la negativa de Vasti de presentarse en el festín, Asuero preguntó a sus consejeros lo que debía hacer con ella; la respuesta fue que la repudiara y eligiera una nueva reina, Esther fue la elegida.

Memucan, en manto de color morado. Símbolo de penitencia, representa a Mardoqueo vestido de saco o cilicio, leyendo el edicto de exterminio del pueblo hebreo, en la cenefa aparecen figuras talladas en el ladrillo vidriado representando a la guardia personal del rey, “los inmortales”.

Setar, manto de color grana . Viene a significar los tonos de los celajes de los cielos que anuncian el vendaval. Sobre el fondo las ruinas de Persépolis. La ciudad que según la mitología griega, fue fundada por Perseo y la cual se le puso ese nombre en memoria del personaje mitológico. En la cenefa los sátrapas de la corte persa.

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