lunes, 3 de marzo de 2014

Escalones

Nunca os ha pasado, que subiendo escaleras cuando vas solo llega un momento en el que no sabes en que piso estas. Sobre todo cuando tienes que ir a un piso elevado y no tiene ascensor o está averiado. Los pisos aquí no son muy altos, al menos si exceptuamos los del centro la gran mayoría, por lo que ese lapsus puede llegar a ser corto.

¿Qué es lo que hace que perdamos ese sentido del espacio-tiempo? El ansia por llegar a nuestro piso de destino? Creo que no, bastaría con subir los escalones de dos en dos o más rápido para llegar antes. ¿Lo que pensamos durante ese trayecto hacia arriba? Sinceramente pienso que tampoco. La verdad que mientras escribo esto no recuerdo ninguno de los pensamientos que he tenido durante el trayecto entre planta y planta, será porque realmente no serían lo suficientemente trascendentes como para recordarlos.

Supongo que si en 1854 inventaron el ascensor, fue para minimizar ese espacio de tiempo que nos lleva desde la planta baja de la realidad a la planta de nuestro destino. Para reducir ese tiempo en el que quizá no somos útiles ni para nosotros mismos. Si alguna vez lo que nos pasa por la cabeza mientras subimos escalones lo recordáramos al menos durante un tiempo de nuestra vida, los utilizaríamos más que cuando fuera realmente necesario. Y para que equivocarnos, muchos los utilizan porque a alguien se le ocurrió que era bueno para la salud subir y bajar escalones. Seguramente sería cuñado de algún representante de mármoles o barandillas.

¿Por qué escribo esto? Sinceramente me lo estoy preguntando desde la primera línea. Quizá porque he visto una película argentina y aún estoy en ella. Quizá porque esos espacios entre descanso y descanso de planta si son más importantes de lo que creíamos. Quién sabe, puede que sea una metáfora de nuestra vida, en la que vamos pasando etapas (plantas), con un destino final y en el que hay un momento en donde no sabemos si hemos llegado y nos hemos pasado. Quién sabe.

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