Si bien no soy un fanático de esta noche, en la que parece que haya que pasárselo bien por cojo… y si haces algo diferente eres un raro y un soso, tampoco es que le tenga manía y también me gusta.
Con esta canción no hay un año exacto que me venga a la memoria, pero si los de esa época de los 90 concretamente. Por entonces los aperitivos maratonianos de tardebuena y tardevieja como los llaman ahora eran prácticamente inexistentes, y las conversaciones de los días previos eran de a qué cotillón ibas a ir o qué ibas a hacer esa noche. Y es que hoy era para levantarse tarde, comer tranquilo y café con los amigos como previa de la noche, que iba a ser larga. Y la noche… como suele decirse, quien estuvo ahí sabe lo que pasó, jajaja.
El día siguiente también tenía su miga. Con lo poco que habías podido dormir teníamos comida familiar en casa de mi abuela paterna, que se aprovechaba para celebrar el santo de los Manueles también. Hechos unos zombis, bajábamos a los bancos del paseo que había junto a los edificios de su casa, donde se comentaba la noche anterior: donde se había ido, como había estado, que música habían puesto,… Tras el toque para comer (dícese del berrido de tu madre desde el balcón, ante la usencia de móviles), subíamos justo para oír el final del concierto de Año Nuevo y comer con los saltos de esquí hasta que empezara el telediario, que era sagrado. De menú, arroz, por supuesto. Los aperitivos o los dulces de después eran menos fijos que ese plato principal, y la verdad que no nos imaginábamos otro plato para ese día. La sobremesa se alargaba hasta bien entrada la tarde, con los dulces y licores sobre la mesa y viendo en televisión la repetición del programa de nochevieja.
Ahora ya no se oye esta canción en los cotillones, supongo, pero si que sigo oyéndola en las nocheviejas de Cachitos o en los refritos que ponen tras los especiales de Nochevieja.
FELIZ AÑO NUEVO.